martes, 1 de diciembre de 2009

Un estudioso rescata la figura y la poesía de su copoblano.

El socialista Raúl Fernández supo cantarle a Artigas en Concepción

Poeta y socialista, Fernández sostiene en redondillas que el artiguismo es la revolución de Mayo en la faz social.



Raúl Fernández tiene luz propia. Agrimensor, periodista, docente, poeta, político. Su nombre quizá no le suene a muchos, ¡Raúl Fernández!, y a sus versos políticos/militantes se les podrá discutir el valor literario. Pero lo distingue la manera de empalmar sus convicciones socialistas con la obra y la prédica de un caudillo, del mayor de los caudillos americanos, José Artigas, y con las luchas de los obreros urbanos y rurales. Lo distingue la conciencia de esa confluencia tan propia de estas tierras, y su exposición espontánea, con una energía inocultable.


“El artiguismo tal cual / es teoría y es acción, / él es la Revolución / de Mayo en su faz social”, dice en su “Payada de un federal”, que publicó en versos de ocho sílabas, en redondillas, en 1942.


“De Artigas somos paisanos / y decirlo el alma agranda: / los de ésta y de la otra banda / fuimos y somos hermanos”, canta Raúl Fernández y después: “Lleva una rúbrica franca / la proclama de su empresa: / roja banda que atraviesa / la bandera azul y blanda. / Rojo, color de pasión / de protesta justiciera, / hoy la universal bandera / de la humana redención”.


Villanova al rescate


El profesor de historia Jorge Villanova vive en Colonia Caseros, en el campo, cerca de Caseros y del Palacio San José.


Se dedica con su familia a la avicultura, y en los tiempos libres realiza investigaciones históricas y sigue estudiando. Este mes disertó en Concepción del Uruguay sobre aspectos de la presencia del artiguismo en Entre Ríos.


Preocupado, en estos días, por los calores extremos y las tormentas que tienen a sus pollos a maltraer, Villanova dejó unos minutos sus quehaceres en la granja y nos comentó que está avanzando en una obra que pretende revisitar la historia entrerriana, desde antes de la colonia. Y que se dedica también a hurgar en archivos y documentos referidos a los pensadores y militantes de la izquierda en Concepción del Uruguay durante el siglo XX.


En esa misión, reunió interesantes datos sobre Raúl Fernández y otros políticos de su época como José Electo Brizuela, que fue concejal de la histórica junto a Fernández.


Jorge Villanova sigue en sus búsquedas, con otros estudiosos, y no descartan una obra que reúna estas historias.


Su aporte resulta de gran valor, para rescatar del olvido las luchas, las ideas, de personajes entrerrianos notables que a veces resultan desconocidos para sus propios vecinos.


“Estoy tratando de reconstruir la historia de la izquierda en general y la del Partido Socialista en particular, en Concepción del Uruguay. Lo de Brizuela y Fernández siempre fue medio una leyenda. En un libro sobre el Colegio, Celomar Argachá habla de su expulsión, y recientemente Luis Salvarezza dio a conocer algunos datos de su vida en un trabajo sobre poetas y escritores. Eduardo Ojeda está investigando la parte de su expulsión, y la de Brizuela, y me contaba que fue un escándalo en la ciudad”, señala Villanova.


Banderas del interior


“En la Biblioteca Popular ‘El Porvenir’ se puede consultar un pequeño librito, Payada de un Federa. Fuerza, Libertad, Federación, editado en 1942 y cuya autoría pertenece a Raúl Fernández”, comenta Villanova y luego analiza la obra, que aprecia como una perlita del pensamiento regional.


Subraya que, en un punto, Raúl Fernández “se revela en toda su faz latinoamericana, reivindicando la figura señera de Artigas, y como entrerriano que él mismo es, en la tierra de Ramírez y Urquiza, eleva al Protector de los Pueblos Libres al nivel de principal actor del federalismo… Es un poema portentoso –sigue el estudioso-, por la época y por el contexto: Fernández es socialista, pero es ante todo entrerriano. En ningún militante socialista de Buenos Aires, desde Juan B. Justo para abajo, se puede encontrar algo parecido. Todo lo contrario, es el mitrismo el que impera en la visión histórica de los viejos socialistas, que ven al caudillismo federal como germen de la barbarie y el atraso del país. Raúl Fernández entronca entonces con el sector popular de la Revolución de Mayo, con Moreno, Castelli y Belgrano. Y su pensamiento se acerca al de Juan Bautista Alberdi y al de Olegario V. Andrade, en cuanto a la visión sobre Buenos Aires y su intención de ocupar el lugar de metrópoli colonial reemplazando, ella misma, desde su privilegio portuario y mercantil a la corona española”.


“El artiguismo, con todas sus imperfecciones, pero más aún con todos sus aciertos, es la reivindicación del interior, y es por sobre todo, el ejemplo a aplicar en cualquier tiempo”, concluye Villanova.


Los viejos educadores


En el Archivo del Colegio del Uruguay, y en la revista Los Principios mencionada por Luis Salvarezza, y otras obras, Villanova encontró datos sobre la vida de Raúl Fernández.


El autor de Payada… nació en Concepción del Uruguay el 25 de julio de 1890. Era hijo de Darío y de Ana Gaillard. Estudió en el Colegio del Uruguay, donde luego sería profesor, y se graduó de agrimensor en la Universidad Nacional de La Plata (de la UBA, dicen los registros del Colegio del Uruguay).


Casado con Sara Calvo de García, militó en el socialismo, en donde ocupó distintos cargos, y fue electo concejal en Concepción del Uruguay en 1929 junto a José Electo Brizuela. Su militancia fue extensa, varias veces fue postulado a cargos importantes por sus partidarios y dictó conferencias junto a lo más granado del socialismo y el gremialismo de su época.


Raúl Fernández falleció en su ciudad natal el 6 de marzo de 1942 a los 51 años.


Salvarezza rescata una semblanza publicada en la revista Substancia, a los 10 años de su muerte: “Evocar la figura de Raúl Fernández es radicar en el recuerdo una estampa característica del viejo Uruguay que se va irremisiblemente. Porque, hombre joven aún, Raúl Fernández traía y llevaba consigo las virtudes de los varones señeros de ese pasado. Atiborrado de ciencia, no la lucía, se le escapaba por el bitoque de su cazurra elocuencia que escondía detrás de giros paisanos, la vertiente pura de su cultísimo saber de traducción campechana. Pulcro pero sin aliño, con su corbata blanca de impecable piqué, parado a la ‘sans facón’ como un estudiante gandul, tenía pendiente del labio la respuesta genial para quienes se les hacía fácil atropellar el horcón del medio de su inocente apariencia. Pero bueno como un pan, sin vanidad de su ingenio y de sus conocimientos; maestro y profesor de convincente cátedra, Raúl Fernández la dictó con preparación y hombría prolongando el prestigio de los viejos educadores del Colegio Histórico. Filósofo y matemático, acriollador por costumbre y venero incoercible y humanista a más no poder”.


Largo sería transcribir las estrofas plenas de contenido, de reflexiones entrerrianas, en nuestra “Payada de un federal”, que nos copió el profesor Villanova y que él mismo analizó en toda su extensión.


Aquí pusimos énfasis en algunos de los versos artiguistas, pero hay todo un recorrido por asuntos históricos, políticos, laborales; por los orígenes de los males sociales y las divisiones entre unitarios y federales; hay una puesta en valor del territorio entrerriano, donde él cree que pueden encarnarse los valores universales que pregona, y todo es al fin una arenga a la juventud, porque el libro está dedicado “A la juventud del Colegio Nacional Justo José de Urquiza de Concepción del Uruguay”.


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Payada de un federal

(1942 - Fragmento)


Fue Artigas, el argentino

-y lo fue como el mejor-

que por el Plata y su honor

jugó fiero su destino.


De Artigas somos paisanos

y decirlo el alma agranda:

los de ésta y de la otra banda

fuimos y somos hermanos.


Artigas, el protector,

aquellas ansias colecta,

las conforma y las proyecta

cual grandioso reflector.


No importa que alguien blasfeme

porque esparce claridad;

él marcha con libertad

y así “ni ofende ni teme”.


Lleva una rúbrica franca

la proclama de su empresa:

roja banda que atraviesa

la bandera azul y blanca.


Rojo, color de pasión

de protesta justiciera,

hoy la universal bandera

de la humana redención:


Con tu brochazo de fuego,

cruzó el gaucho el patrio emblema,

porque era un eco su lema

del inmenso humano ruego.


-0-0-0-

Todo el aire se caldea

como en una fragua inmensa,

hasta que al fin se condensa

el anhelo de una idea.


¿En qué cerebro cuajó?

¿Qué mortal tuvo esa gloria?

¿Le da su lugar la historia

del pueblo que acaudilló?


Fue Artigas. Su gran figura,

en la década inicial,

por tierras del litoral

con su espíritu fulgura.


La escribió con sangre viva

y enastó su decisión;

montaraz reencarnación

de la eterna rediviva;


Que aparece natural,

clara, pura, vigorosa,

desnuda, como la diosa

de la selva maternal.


Esto es, floración humana

del hombre que allí se cría

y ama y trabaja y porfía

en la brega cotidiana.


-0-0-0-

Ondean como en un vuelo

las horrendas llamaradas,

son manos ensangrentadas

que intentan asir el cielo.


Así nace el artiguismo

en las tierras litorales;

sus legiones federales

asombran con su heroísmo.


El artiguismo, fundido

en crisol de carne humana,

es ánfora americana,

de precioso contenido.


El artiguismo, tal cual

es teoría y es acción,

él es la Revolución

de Mayo en su faz social.


A sus diez años terribles

infamados por la inquina,

cubrieron a la Argentina

de glorias inmarcesibles.


Y su caudillo, en quien sacia

su hambre de maldad el odio,

fue como e l ángel custodio

de la inicial democracia.


Y sus héroes, mis paisanos,

vejados en forma indigna,

cumplieron bien la consigna

de azotar a los tiranos.


En célebres Instrucciones

de Artigas, el año trece,

el litoral aparece

marcando sus direcciones.


“Independencia absoluta

de España y de los Borbones”.

Hacen falta nuevos guioes

al iniciar nueva ruta.


“No admitirá otro sistema

que el de confederación”.

No se quiere otro mandón

tenga plumas o diadema.


“El militar despotismo

debe ser aniquilado”.

Quiere el pueblo libertado:

autonomía y civismo.


Han de habilitarse puertos

suprimiendo privilegios”.

Los antiguos fueros regios

de Buenos Aires son muertos.


“Objeto y fin del gobierno

es conservar la igualdad,

libertad y seguridad”,

el anhelo sempiterno.


Mas yo quiero resaltar

una cláusula muy propia;

no dirán que es una copia

los que buscan agraviar.


Lleva una intención palpable

la forma como se escoda,

dice: “¡Libertad en toda

la extensión imaginable!”.


Habrá tal vez vaguedad,

más, sin tal vez, hay unción,

fuerza, calor, hay pasión

al reclamar libertad.


Amplia en las parte del todo

no especiosa, “dirigida”,

que se escribe fementida

y se borra con el codo.


Federación significa,

pueblos libres que se aúnan;

no muñecos que se “adunan”

a un histrión que pontifica.


La democracia es falaz

si forja un omnipotente;

algún día, fatalmente,

el forjado es un rapaz.


Si no se reservan medios

de retomar el poder,

delegarlo, es exponer

la libertad sin remedio.


El “ejecutivo fuerte”

está siempre en amenaza,

sin una buena coraza,

es un peligro de muerte.