Vigencia revolucionaria del artiguismo
El proyecto artiguista revolucionario, federal, popular y afincado en la tierra en manos de quienes la trabajan ha sido usurpado por los intereses de la burguesía y los sectores vinculados con el imperio; asimismo, desde filas de intención revolucionaria, unas veces se lo minimiza y no se lo comprende como elemento significativo y esencial de cualquier proyecto a futuro; de igual modo, otras veces, se pretende, desde una lectura no dialéctica, asumirlo como tal sin evaluar y comprender los cambios estructurales, superestructurales y culturales que se han desarrollado desde ese momento hasta el aquí y el ahora.
Para nosotros, el artiguismo, desde una unidad estratégica a nivel regional, desde las autonomías tácticas, desde una visión revolucionaria que toma para sí el derecho a la emancipación y a la lucha a todo nivel para alcanzar la misma, mantiene y señala (desde ciertas cuestiones principales que no sólo tienen vigencia sino que, hoy más que nunca, son necesarias) las claves para desarrollar unidad(es) orgánicas, programáticas y metodológicas.
Si bien es cierto que, en su momento, la revolución artiguista planteó un programa que no podía caracterizarse como socialista, nadie puede negar su condición antimperialista y revolucionaria avanzada por sobre cualquier otro proyecto emancipatorio americano.
Hoy, en los comienzos del siglo que debe emancipar a los pueblos del mundo, so pena de acabar con la humanidad toda, el artiguismo ofrece algunos rasgos esenciales a rescatar y desarrollar; apuntamos los que creemos principales.
El proyecto revolucionario a desarrollar no puede pasar por cada pequeña comarca; debe definirse a nivel regional en primera instancia y vincularse a lo continental inmediatamente.
El segundo aspecto a atender tiene que ver con la defensa del patrimonio tierra y recursos naturales; estos deben estar en manos de quienes producen y esta producción no puede dejar lugar para la apropiación privada de los mismos, la generación de plusvalía o la especulación. Deben generarse focos de resistencia antisistémica, primeramente propagandísticos, luego defensivos y más tarde de franco combate.
El tercer rasgo es la lucha frontal contra la clase dominante y su soporte imperial mundial; esta lucha no pasa por el marco del sistema, obviamente, y no puede encaminarse al pueblo detrás de proyectos que especulen en ese sentido en función de tacticismos absorbentes o intereses grupales. Por eso reafirmamos lo del párrafo anterior; debemos ser subversivos.
Otro rasgo a considerar es la diversidad, más si consideramos la región y el continente; por tanto, las luchas, las metodologías y los proyectos resultantes, considerando los rasgos previamente señalados, permitirán, en un carácter de federación con autonomías, desarrollar el proceso revolucionario que debe ser socialista.
Estos apuntes, obviamente, son un simple esquema de trabajo y deberán pensarse colectivamente; de todas formas, estamos convencidos que el artiguismo es mucho más que memoria, historia o consigna; es la única posibilidad de liberación y redención para los pueblos de nuestras comarcas.
De igual modo, si abrevamos objetivamente en el proceso que transcurre entre 1811 y 1820, podremos desentrañar claves vigentes para trazar las estrategias necesarias desde el punto de vista popular, y decimos popular porque hoy, desde la destrucción de la base económica y social, escasamente pueda hablarse exclusivamente de proletariado; esto no significa renunciar al planteo de clase sino, afirmándolo, implica comprender que existen otros sectores en la sociedad que son objeto de explotación, expropiación y expoliación. Los sectores objetivamente perjudicados por el sistema son numerosos y deben ser convergentes en la intencionalidad revolucionaria; este factor, ahora subjetivo, depende del papel de las organizaciones y de su trabajo en el sentido de difundir, insertar y afianzar el proyecto.
El principal desafío que vivimos hoy es retomar una visión ajena al concepto de lo “nacional” y, asimismo, retomar la lucha por los verdaderos paradigmas que deben hacerse carne en los sectores explotados; estos paradigmas deben desarrollarse urgentemente con inteligencia, con ductilidad y con la convicción de que la lucha por la liberación no depende de las organizaciones y sí de los pueblos pero éstos requieren de la organización; esta contradicción debe superarse permanentemente en un proceso que convierta los diversos “nosotros” en el necesario e imprescindible “NOSOTROS”, como un Artigas que camine por cada suelo de la pacha mama enarbolando las herramientas necesarias para acabar con este sistema caduco y criminal llamado capitalismo y que se apoya en la mal llamada democracia que es, a no dudarlo, la dictadura de la clase dominante.
Artigas siempre vuelve; esta vez para quedarse.